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fuente: el comercio

"Un país reconciliado"

Publicado: 2016-06-04

Este domingo 5 de junio no es un día cualquiera. Un miedo acuciante que me recorre el cuerpo pide con todas sus fuerzas que así sea (o que así me lo tome) pero lastimosamente esto me resulta imposible.

Existe el riesgo latente de que el Perú se corone como la nación desmemoriada por excelencia; la misma que asume con voluntad el retorno de la dictadura más lapidante de su historia, y que acepta que de los sucios rincones de la corrupción y la delincuencia resurja victoriosa la era Fujimori. Ante esto, admito una vez más que tengo miedo.

Keiko Sofía Fujimori Higuchi, orgullosa sucesora de su padre, se ríe en nuestras caras y nos insta a otorgarle nuestro voto con un barato y tragicómico cuento: “Un Perú reconciliado”.

Cualquier otra persona hubiera logrado que tome este título de una manera seria, incluso que le dé rienda suelta a mis fibras más emotivas mientras lo pronuncio y reflexiono sobre mi conflictuado país. Pero viniendo de ella, todo efecto sensible se va directo al demonio.  


Yo también quiero un país reconciliado, uno que viva en paz y amistad consigo mismo y con los suyos. Sin embargo, el paso previo y necesario para llegar a esto es tener un país consciente; uno que le dé una exhaustiva mirada a su pasado y aprenda de las lecciones que este le deja, que con un poco de criterio vuelva la mirada al presente y se pregunte: ¿Por qué arriesgarnos a tener de vuelta lo peor de nuestra historia? ¿Por qué la hija y cómplice del séptimo hombre más corrupto del mundo merece que le creamos, le abramos los brazos y le otorguemos la batuta de nuestro país?

Yo también quiero un país reconciliado; uno que esté en armonía con los principios democráticos de su nación y que este domingo vote para preservarlos. Que vaya más allá de esos rimbombantes discursos populistas pronunciados sin sangre en el rostro y que no se coma el cuento.

Yo también quiero un país reconciliado, uno que sepa con toda la convicción del mundo que para ir hacia adelante es indispensable aprender del pasado, MAS NO VOLVER A ÉL. 

FUENTE: la república




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